Bokassa, uno de los mayores tiranos de la historia
A lo largo de la Historia hemos podido comprobar cómo muchos líderes mesiánicos llegaban al poder como si se tratase de auténticos salvadores, pero pronto esa imagen desaparecía, bajo el autoritarismo y la utilización del miedo y la represión como principales formas de gobierno. Por desgracia es una historia que se ha repetido en muchísimos países, y parece que en Europa y América ya hemos aprendido un poco en ese sentido. Sin embargo, todavía quedan muchas dictaduras a lo largo y ancho del planeta, algunas de las más crueles, en África, precisamente el continente más pobre en cuanto a su desarrollo, aunque no en cuanto a sus materias primas. Después de haber sido expoliada por completo, África repelió a los estados europeos a lo largo del siglo XX con la consecuente independencia de sus estados.
Uno de ellos era la República Centroafricana, que fue territorio dependiente de Francia hasta 1958, declarando definitivamente su independencia total un par de años después, en 1960, tal y como estaban haciendo muchos países en África. La independencia, sin embargo, no trajo consigo precisamente una bonanza económica al país. Es por eso que durante los años consiguientes, con el autoritario líder Dacko en el poder, la República Centroafricana trató de despertar de todo aquello y de avanzar lo suficiente como para convertirse en un país realmente moderno. Sin embargo, las crisis económicas golpearon fuerte en el país, y en 1966, Dacko fue derrocado en un golpe militar, que había liderado precisamente su primo, un sargento del ejército francés llamado Jean Bedel Bokassa, que se convirtió desde ese momento en uno de los líderes despóticos más sangrientos de todo el continente.
Quién fue Jean-Bédel Bokassa
Nacido en 1921 en el Congo Francés, Jean Bedel Bokassa quedó huérfano de padres a edad muy joven, y con solo seis años tuvo que ser criado por su abuelo y por un grupo de misioneros franceses. Allí aprendió el idioma y terminó enrolándose en el ejército galón, donde participó en numerosas campañas de la Segunda Guerra Mundial, ganándose muchas condecoraciones y alcanzando el rango de capitán. Su bagaje como héroe de guerra le permitió seguir con una vida bastante plácida dentro del ejército francés, hasta que en 1964 decidió abandonarlo para enrolarse en el recién creado ejército de su país, la República Centroafricana, que acababa de llegar a la independencia unos años antes. Allí tomó el mando el Ejército y las Fuerzas Armadas gracias a la confianza de su primo David Dacko.
Las cosas, sin embargo, se complicarían poco después. Durante todo 1965 el país estuvo sumido en una crisis económica enorme que hizo que empezaran las revueltas en las calles. Ante la situación, Bokassa aprovechó el momento y el 1 de enero de 1966 derrocó a Dacko como líder del país a través de un Golpe de Estado militar, convirtiéndose él mismo en su relevo, en presidente de la República y en máximo representante del único partido que iba a quedar en el país desde entonces. Aunque al principio Bokassa trató de ganarse al pueblo con la construcción de escuelas, estadios, hospitales y carreteras, pronto sacó su talente más autoritario, eliminando de forma salvaje a la oposición y erigiéndose casi como un mesías para su nación, donde no había manera de oponerse a los designios del megalómano dictador.
El Imperio Centroafricano
Una década después de llegar al poder, y en plena ola de poder mesiánico, apoyado incluso desde Francia, Bokassa instauró el Imperio Centroafricano y se autoproclamó Emperador del mismo, otorgándose incluso una cuota mayor de poder. Aquel gesto sería el principio del final para el dictador, que a pesar de la salvaje forma en la que disolvía cualquier intento de rebelión, tenía puntos débiles. El Imperio Centroafricano apenas tuvo unos años de vida, ya que poco después de proclamarlo, Bokassa sería derrocado. Sin embargo, su cruel forma de reprimir a la población civil y a sus opositores todavía se recuerdan, y es eso lo que nos hace pensar en él como un verdadero tirano, uno de los peores y más déspotas gobernantes que jamás han dirigido un país.
¿Por qué se le considera un tirano?
La consideración de tirano, reconocida incluso dentro del propio país hasta hace muy poco, viene de todo lo sucedido durante su mandato, especialmente en los años 70, cuando su nivel de despotismos alcanzó a toda la población. No había una auténtica democracia en aquel país, ni la había habido antes, por supuesto, pero al erigirse presidente, Bokassa se cuidó mucho de no caer en el error de permitir a los demás luchar contra él. Borró del mapa a toda la oposición, incluyendo a muchos militares, que trataron de derrocarlo en algunos golpes de Estado fallidos, lo que propició incluso que su fuerza aumentara. Reprimió de manera brutal cualquier intento de libertad en el país, suprimió a todos los partidos políticos excepto al suyo, y consiguió, a través del miedo y la fuerza militar, obligar a todos a estar bajo su mando.
Bokassa tenía delirios de grandeza y llegó incluso a firmar que podría ser el decimotercer apóstol de Cristo. Desde luego, tenía claro que esta misión se la habían encomendado desde arriba, y su objetivo era tener bajo su poder a todo el Imperio Centroafricano y conducirlo a la gloria. Sus extravagancias iban en aumento, y trató de hacerse con un harén de mujeres de todo el mundo, buscando una representante de cada país. Se enojó al no poder comprar literalmente a una chica rusa, y no tuvo ningún miramiento en matar también a aquellas mujeres que, ya en su palacio, se negaban a satisfacerle. De hecho, se cuenta que también llegó a ser caníbal, algo que incluso le confesó a las autoridades francesas que le solían visitar, ya que Francia siguió apoyando al dictador a pesar de todo lo que estaba provocando. Al ser derrocado, se encontró carne humana en sus neveras y frigoríficos, así como numerosos cadáveres en pozos cercanos a la residencia presidencial.
El exilio y final de Bokassa
Los últimos años de su mandato fueron bastante convulsos, y a pesar de la sangrienta represión que su ejército llevaba a cabo en las calles, parecía que los días del dictador estaban contados. Así, el anterior presidente Dacko consiguió liderar las fuerzas militares para derrocarle mientras estaba de visita en Libia, en 1979. Tras esto, Bokassa voló a París y se quedó viviendo allí, con la connivencia del gobierno francés, hasta que en 1986 volvió a su país. Allí sería detenido y juzgado a Cadena Perpetua por sus crímenes. Sin embargo, la condena se redujo de forma constante hasta que finalmente, en 1993, fue liberado gracias a la amnistía del presidente Kolingba, que había sido guardaespaldas suyo años atrás. Así fue como Bokassa regresó a Francia para vivir sus últimos días como un ciudadano totalmente libre, muriendo en 1996.